martes, 11 de mayo de 2010

Muérase… pero de risa



La muerte es una quimera: porque mientras yo existo,
no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo.

Epicuro de Samos

Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte
que no nos mata a nosotros sino a los que amamos.

Carlos Fuentes




Parece que algunas veces la muerte cambia de rostro y pierde su sentido trágico. Entonces, sin darnos cuenta, nos morimos de risa; de alegría; del susto; de amor; de tristeza; de sueño y hasta de pena. Pero esas muertes no nos preocupan ya que su sentido es estrictamente figurativo.

Ahora hablemos de la otra muerte, la de verdad, la que no necesita invitación para llegar, la que según dicen nos lleva al descanso eterno. Guardo grabadas en la memoria las imágenes de las últimas apariciones en público de Juan Pablo II. Recuerdo como sus médicos luchaban por mantenerlo vivo mientras una serie de máquinas y de tubos lo ayudaban a respirar tratando de evitar lo inevitable.

Aquellas imágenes me hicieron reflexionar acerca de lo aferrados que estamos a este mundo. El papa, que había dedicado su vida a los asuntos de dios, trataba por todos los medios de permanecer un poco más de tiempo aquí entre sus fieles. ¿Y para qué?, si del otro lado se supone que le esperaba algo mejor por haber sido empleado de dios. Lo cierto es que morirse no es atractivo para nadie, ni siquiera para el papa. Por eso Karol Józef Wojtyła mantuvo hasta el fin la esperanza de que algo dilatara su partida hacia el otro mundo.


¿Alguna vez ha reflexionado acerca de su propia muerte? Se ha preguntado si ésta será una experiencia completamente nueva o si se trata de un evento más al que usted, como invitado especial, no puede faltar. El doctor Luis Chiozza dice en su libro Las cosas de la vida que «conocemos la muerte desde fuera». Pero, si el que (se) muere soy yo, ¿cómo es posible entender mi muerte desde fuera y no desde dentro?

Se nos hace muy difícil asociar la muerte con nuestra experiencia de vida. Aunque en ocasiones nos hubiéramos encontrado al borde de ella, nunca se está tan próximo sino hasta que llega. Añade Chiozza, «lo que llamamos ‘sensación’ de muerte se construye con otras sensaciones que no pertenecen a la muerte». Las sensaciones… esa es la palabra clave. No pueden haber sensaciones asociadas a la muerte, porque el proceso de morir acontece mientras hay vida. Aquello que se experimenta antes de morir sucede mientras se esta vivo. No es posible sentir desde la muerte.

Me parece que mientras a la muerte se la vea como un acontecimiento separado de la vida el misterio seguirá sin resolverse. Así es que por ahora no se preocupe mucho por el tema y no olvide que si en algún momento de su ajetreado día decide morirse de algo, no dude en hacerlo, pero que sea de risa.