sábado, 14 de septiembre de 2019

Oráculo




Hay dos formas de ver las estrellas.

Tal como son o como desearíamos que fueran.


Carl Sagan

 

 

La barita mágica es más atractiva

que un telescopio o un microscopio.


Richard Dawkings

 

 

 

Las pruebas materiales encontradas por los arqueólogos revelan que fueron los babilonios, hace aproximadamente 4 mil años, los primeros en establecer una relación directa entre sus mitos y el universo visible. También identificaron las constelaciones y establecieron los doce signos del zodiaco con sus respectivas características. Más adelante los egipcios ampliaron y modificaron el sistema astrológico babilónico y los griegos lo desarrollaron hasta que alcanzó su forma moderna.

El científico egipcio Claudio Ptolomeo (85-160 n. e.) fue el autor del Almagesto, un tratado científico que incluye los modelos astronómicos desde los babilonios hasta los griegos y cubre un periodo de casi nueve siglos. Escrito originalmente en griego bajo el nombre de Hè Megalè Syntaxis, el tratado se consideraba parte de las matemáticas ya que describe el sistema geocéntrico y el movimiento de los planetas y las estrellas. A partir de las investigaciones realizadas por Ptolomeo se inicia el estudio sistemático del cosmos. Después los árabes copiaron y tradujeron a su lengua el tratado que sobrevivió a la oscura edad media cuando la Iglesia destruyó una cantidad considerable de libros y escritos científicos.

De Ptolomeo se sabe muy poco aunque es considerado una de las figuras más importantes en la historia de la astronomía. Su propuesta sobre el sistema geocéntrico como la base de la mecánica celeste perduró por más de 1400 años y sus teorías y explicaciones astronómicas dominaron el pensamiento científico hasta el siglo XVI.

Al principio la astrología se utilizaba para atender problemas de estado y de gobierno. Se consultaban los astros antes de tomar decisiones concernientes a la administración pública, las campañas militares y los fenómenos atmosféricos. Así es que el acceso a los astrólogos y al oráculo era un privilegio que tenían las personas que ocupaban posiciones de liderato dentro de la sociedad. Con el paso de los años esta forma de entretenimiento permeo todos los estratos sociales y se popularizó hasta tal punto que hoy día tiene seguidores en cada rincón del planeta.

Es complicado entender el entramado que hay detrás de esta pseudociencia ya que los postulados que la sustentan no pueden ser comprobados ni medidos estadísticamente. Las “pruebas” presentadas a su favor se limitan a casos y situaciones muy particulares o muy generales que no pasan el cedazo de la rigurosidad científica. Además, el margen de error en sus pronósticos es tan amplio que justifica las imprecisiones.

Los astrólogos pretenden explicar los asuntos mundanos con un sistema adivinatorio primitivo que nació de la superstición y que fue elaborado a partir de mitologías sumerias, babilónicas, griegas, chinas y japonesas. Pero la astrología no está sola, a ella se suman otros medios de predicción y adivinación tales como la clarividencia y la interpretación de los sueños. También gozan de popularidad la cartomancia, la lectura de los caracoles, de la taza de café y de las líneas de la mano. Pero, ¿cuán confiables pueden ser éstos sortilegios cuando su interpretación depende de variables subjetivas?

Miles de personas han nacido el mismo día y a la misma hora sin que esto signifique que sus vidas transitarán el mismo derrotero. ¿Cómo se explica que la astrología pueda precisar detalles de la vida humana a partir de la trayectoria que siguen los cuerpos celestes que se desplazan aceleradamente? La Vía Láctea viaja a 2,3 millones de kilómetros por hora que es igual a 630 kilómetros por segundo. Una velocidad inimaginable para la mente humana. Y si hablamos de distancias las cifras no tienen parangón ya que un año luz equivale a un poco más de 9 mil millones de kilómetros. Digamos también que el límite del universo visible desde la Tierra está a 46,500 millones de años luz, en todas las direcciones, es decir, un diámetro de 93 mil millones de años luz.

Según la astrología, los que hemos nacido entre el 19 de febrero y el 20 de marzo pertenecemos al signo de piscis. La constelación de los peces está localizada entre Aries y Acuario al sur de Andrómeda. Su nombre viene del latín pisces que significa el vertebrado que respira por branquias. Inscripciones de este grupo de estrellas se han encontrado en sarcófagos egipcios cuya antigüedad data de dos mil tresientos años antes de nuestra era. Dicen los “expertos” que «un piscis es sensible y compasivo. Es intuitivo, además posee mucha capacidad creativa y le gusta soñar. Le gusta el misterio y el ridículo. Regularmente tiene una personalidad tranquila, paciente y amable. Suele responder con simpatía y tacto al sufrimiento de los demás. Es de carácter afable, cariñoso y no supone una amenaza para los demás. Puede asumir su entorno sin complicaciones. Se interesa más por los problemas de los otros que por sus propios problemas».

No puedo negar que la descripción anterior me satisface, pues me dice lo que a cualquier persona le gustaría escuchar de sí mismo. Excepto por lo de “hacer el ridículo”, el resto de atributos me convierten en una persona maravillosa. Sin embargo, está claro que cada característica atribuida a piscis es compatible con cualquier otro signo ya que todos nacemos con el potencial de ser creativos, amables, compasivos y soñadores. Si no lo ha hecho todavía le invito a que busque en internet el horóscopo y lea al azar cualquiera de los signos. No tardará en darse cuenta que las características distintivas de cada uno puede ser intercambiada sin que esto afecte el resultado.

Veamos que dice mi horóscopo del 6 de septiembre de 2019 publicado en Univisión: “La mañana trae consigo cambios inesperados este viernes con el tránsito de la Luna en el elemento fuego que unido al movimiento de tu regente Neptuno conforma un paisaje único dentro de tu realidad existencial durante este ciclo planetario. Hay una onda de transformación en tus planes de hoy por lo que debes ser prudente y no lanzarte inmediatamente a una aventura que puede ser complicada si obras alocadamente. No te impacientes a la hora de empezar o terminar una relación ya que ahora lo que más te conviene durante este ciclo de tu regente Neptuno retrógrado es mantener una actitud de espera y observación, las apariencia suelen ser engañosas”.

Mi día fue como cualquier otro día. No hubo cambios inesperados ni se transformaron mis planes y tampoco no fui engañado por las apariencias (nunca me dejo engañar por las apariencias). Tampoco gané la lotería con los números de la suerte que me dio el astrólogo. La astrología no es otra cosa que un juego disfrazado de ciencia. Una forma de entretenimiento que satisface la curiosidad de mucha gente y que además produce ganancias a quienes la tienen como oficio.