Cuando se mira al mundo desde el confinamiento la realidad se transforma y cambia por completo la perspectiva del espacio y del tiempo. Ahora que las circunstancias nos obligan al encierro hay mucha gente que no encuentra qué hacer con el exceso de tiempo libre. Por suerte existe el internet, porque sino el aburrimiento causaría más muertes por suicidio que las provocadas por el temido COVID-19, principalmente entre aquellos que no conciben la existencia sin el Facebook, el Instagram y el Youtube.
Hay otros a los que la tecnología no los acaba de convencer y recurren a métodos más tradicionales de entretenimiento. Este es el caso del visionario Mildomio, un ciudadano dominicano cuya hazaña lo ha catapultado a la fama. Hasta hace poco días este «hombre de pocas letras», como lo describe el padre Rafael Delgado conocido como Chelo entre sus feligreses, había pasado desapercibido para el resto del mundo. Excepto por su entorno familiar y los vecinos del sector Villa Altagracia en la provincia de San Cristóbal, nadie sabía quién era Mildomio Adames.
“El Peregrino”, como lo han bautizado sus seguidores, asegura que dios le habló y le comunicó sus directrices para atender el asunto de la pandemia. Además, le pidió que confeccionara una cruz de madera y que la depositara en el mar como señal de que se ha cumplido con su voluntad. A cambio del sacrificio ofrecido, dios prometió “librar a República Dominicana y varios países del mundo del COVID-19” (aunque dios no especificó cuáles son esos “varios países” yo espero que Puerto Rico aparezca en la lista).
Como suele suceder en estos casos la opinión pública se dividió entre los que apoyan al humilde artesano de canastas y los que dudan que en efecto él haya sido elegido como otros personajes de la tradición judeo-cristiana, entre ellos Moisés. Aunque la iglesia católica de ese país ha evitado apoyar directamente a Mildomio, algunos sacerdotes han aprovechado las circunstancias para avivar el entusiasmo de los fieles. La decisión de los curas es comprensible ya que el catolicismo pasa por una marcada crisis moral (denunciada por el mismo papa Francisco) que le ha hecho perder terreno frente a las sectas evangélicas que continúan ganado adeptos en toda Latinoamérica. Así es que varios curas decidieron que una oportunidad como esta no se deja pasar y se unieron a la muchedumbre que marchó cientos de kilómetros junto al Peregrino.
Intento comprender el asunto de la manera más simple posible al margen de las pasiones que despiertan estos temas. Por eso, si me preguntan si le creo a Mildomio responderé que sí. No tengo porque dudar que el Peregrino de Villa Altagracia pueda comunicarse con dios, con la virgen, con los santos y con los ángeles. Si lo negara pondría en duda que dentro su cabeza hay un cerebro que es capaz de crear y reproducir realidades matizadas por sus creencias y prejuicios. De igual manera tengo que aceptar como verdadera la experiencia de los sueños cuya naturaleza psíquica no se puede someter a juicio, pues para el que sueña su sueño es real.
Lo mismo sucede con las experiencias denominadas espirituales o místicas que suelen darse en un ámbito íntimo y privado sin que para ello sea necesario contar con la presencia de testigos. Sin embargo, hay que tener cuidado con las experiencias que se originan en la mente ya que las alucinaciones (provocadas por el consumo de drogas o medicamentos, enfermedades y trastornos mentales o lesiones cerebrales) pueden alterar la consciencia y distorsionar la realidad.
Pero Mildomio no está solo ni ha sido el único que ha conversado con dios. En el registro de la historia se cuentan decenas de casos de hombres y mujeres que dicen haber hablado con entidades sobrenaturales, incluyendo extraterrestres. Tal es caso de Juana de Arco (acusada de herejía por el clero y quemada viva en la hoguera el 30 de mayo de 1431) y otros tantos que dicen haber sido instruidos por dios para lidiar con asuntos y acontecimientos mundanos. Quizá sea Moisés el personaje más famoso de todos debido a la convulsión social que le tocó vivir. Según cuenta el relato bíblico, dios le entregó (en privado) un conjunto de leyes reguladoras de la vida moral y religiosa del pueblo de Israel cuya vigencia llega hasta nuestros días. Por eso, si le creemos a Moisés hay que creerle también a Mildomio y a todos los que ocasionalmente reclaman ser mensajeros o representantes de alguna divinidad.
Después de que el Peregrino depositó la cruz en las aguas del Atlántico se detectaron en una semana 995 nuevos infectados que se suman a los 7,288 casos registrados en todo el país. Este aumento de víctimas y de muertes me hace pensar que alguien no cumplió su parte del contrato. Además, creo que la responsabilidad de haber expuesto a cientos de personas al contagio de camino al mar es compartida y que Mildomio fue inducido a través de la fe a protagonizar este nuevo capítulo milagrero. Pero si algo quedó claro después de este fallido episodio mesiánico es que no podemos distraernos en fantasías cuando las circunstancias exigen que se actúe diligentemente con un alto grado de responsabilidad.